Estas evoluciones se reflejan en el factor de condición K, donde K = (Peso del pez/Longitud del pez^3)*100), a lo largo del año (véase la figura). Los factores de condición altos se asocian a peces gordos, mientras que los factores de condición bajos a peces flacos. La gametogénesis influye positivamente en el factor de condición, ya que las gónadas representan alrededor del 14% del peso corporal total en diciembre (Chaoui et al. 2005). Los autores concluyen que, en la naturaleza, la dorada tiene un patrón de alimentación estacional y su intensa actividad alimentaria en verano le permite almacenar energía y nutrientes en el hígado, que posteriormente transfiere a la gónada cuando disminuye la actividad alimentaria. Esta estrategia no es exclusiva de la dorada, ya que el almacenamiento de nutrientes en el hígado durante un período de alimentación intensiva, en preparación para su posterior removilización para la gametogénesis, es un factor clave para la inversión reproductiva y la producción materna en varios peces marinos (Murzina et al., 2012). Sin embargo, en el caso del cultivo de dorada, la gestión de la alimentación orientada al crecimiento y la contención puede interactuar negativamente con los procesos metabólicos alineados con un patrón migratorio.
Como se ha visto anteriormente, un hígado pálido y friable es uno de los principales síntomas de la "enfermedad del invierno". Cabe mencionar que el hígado es un órgano central en la homeostasis de los peces: Desempeña un papel importante en el almacenamiento de energía y el metabolismo de los lípidos, pero también interviene en diversas funciones vitales como la digestión, la limpieza de la sangre, la desintoxicación, el metabolismo energético, la reproducción, la inmunidad, etc. El deterioro de las funciones hepáticas afectará a la capacidad general de los peces para hacer frente a su entorno, haciéndolos más susceptibles a las amenazas circundantes.
Los científicos (Ibarz, Antoni & Padrós, 2010) informaron de que el hígado dañado de la dorada que padece la "enfermedad del invierno" está relacionado con una rápida acumulación de lípidos procedentes del almacenamiento adiposo en el músculo y las vísceras hacia el hígado. Si la grasa es esencial, cualquier exceso puede ser perjudicial. Sumado a la ralentización metabólica causada por el descenso de la temperatura, y que no puede mitigarse huyendo a aguas más profundas y cálidas, en el medio de cultivo puede ser "demasiado" para la dorada. La deposición excesiva de lípidos altera otras funciones del hígado, como las enumeradas anteriormente, lo que conduce a un estado general insalubre de los peces. Este colapso metabólico es la esencia de la "enfermedad invernal".
Si el cultivo en jaulas no permite a la industria seguir el comportamiento natural de la dorada, es posible ajustar las prácticas para mitigar el impacto de la "enfermedad invernal". La nutrición y, por extensión, la gestión de los piensos son los principales parámetros que pueden adaptarse para reducir el riesgo de esteatosis y adecuar el perfil nutricional a la evolución de las necesidades invernales.
Se sabe que la dorada es un "pez voraz": Los criadores de mejillones del sur de Francia los apodaron "pirañas" en un periódico local, en referencia a su tendencia a formar bancos y realizar incursiones o "razzia" en las colonias de mejillones. Su metabolismo está adaptado para consumir grandes cantidades de energía en verano, pero esta capacidad se altera drásticamente con el descenso de la temperatura: Es importante adaptar la ingesta nutricional en consecuencia.